En Drive(2011) se nos presenta una auténtica película de género noir donde un experto conductor, especialista de cine de día y delincuente a pequeña escala de noche, se ve envuelto, al querer ayudar a su preciosa vecina, en una trama con la delincuencia organizada de los bajos fondos de Los Ángeles. Ryan Gosling está sencillamente inconmensurable en su contenida interpretación de un callado joven descrito a través de cada gesto más que de cada palabra, lo que da prueba de la riqueza tanto de la interpretación como de la reinvención de un discurso narrativo que se apodera de las multiplicidad de posibilidades y miradas que un personaje tan peculiar puede entregarle a cualquier largometraje. Cada pauta de la personalidad de este antiheroe es tan cercano al film noir clásico norteamericano, al simbolismo de las películas de acción de los 70 y 80, a la totalidad de la filmografía del director Michael Mann como a la evidente, aunque no del todo acertada, comparación con Taxi Driver (1976). Gosling, secundado por una comedida Mulligan, el siempre genuino Ron Perlman, el sorprendente Brooks- que también participó en la mencionada Taxi Driver (1976) aunque en un papel más cercano a su rol cómico- y por el televisivo Bryan Cranston -al que su trabajo en la serie Breaking Bad parece abrirle cada vez más puertas en el cine-, protagoniza un viaje por un valle de sombras que tiene como resultado el clásico renacimiento anual del cine de género negro.
Y, aunque se le puedan hechar en cara ciertas tendencias banales en el uso de la imagen, como pueden ser el exagerado poder cromático de la fotografía o el uso publicitario de la música, la figura de este danés se ha revalorizado ostensiblemente dado que, si mantiene ese margen de mejora a través de la reeducación de su estilo en favor de la correcta y artesanal narración de cada historia, es, casi seguro, que su enorme personalidad dejará tanta o más impronta que la que ya nos deja este notable film. Prueba de lo que les digo es que Drive (2010) fué galardonada en el pasado festival de Cannes, cuna por excelencia del cine de autor, con el premio a mejor director lo que da muestra del sello que dicha personalidad entrega a un género que, normalmente, no es tan bien acogido en dicho festival. En definitiva parece que a Nicolas Winding Refn le han sentado muy bien los aires americanos, su hermanamiento con Gosling-protagonizará sus dos próximos films- y la aceptación tanto del género como de sus capacidades artesanales por encima de las artísticas, catapultando su valoración hasta la calidad de firme estandarte de la defensa del film noir de los próximos años.
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