jueves, 27 de octubre de 2011

El apocalipsis según Daradji(Ahlaam / Son of Babylon)




















Apocalipsis es un término que demuestra como la grandilocuencia de los significados lleva implícita una marca humana cuya naturaleza define una de las caras de la evolución como un modo de obviación, una ceguera crónica de la realidad que nos rodea más allá del contacto físico. Para oídos del hombre el término Apocalipsis tiene un significado global relacionado con la idea del fin del mundo donde se otorga una temporalidad futura que convierte en utópico todo término que se le relacione. Una forma de autodefensa que bien podría ser la misma que cada día mantiene inerte nuestra conciencia cuando, al escuchar, ver o leer las noticias, nos permite seguir tragando el bollo que acompaña el café mientras nos asolan con datos e imágenes sobre hambruna, guerra y muerte. En la era de la información global asumimos todas esas noticias como una parte de la cotidianidad, tan propio como los atascos del tráfico, la nueva salida de tono de la folclórica de turno o los cacareos mentirosos de cualquier político. Pero, ante la utopíco de nuestro pensamiento apocalíptico, existe una realidad absolutamente devastadora protagonizada por nombres como Ahlaam, Ali, Ahmed, Mehdi... una realidad que recoge la filmografía de Mohamed Al Daradji.

Este director iraqui, que huyó de la desolación de su país para estudiar cine en Europa, se presentó en el panorama cinematográfico con su película Ahlaam(2005) donde nos muestra el camino recorrido por una mujer, un soldado y un médico hasta llegar al psiquiátrico donde les encontrarán las bombas estadounidense en el inicio de la invasión iraquí. A través de estos tres personajes, Al Daradji consigue retratar el sentimiento de un pueblo oprimido primero por la dictadura de Sadam Hussein y, posteriormente, por la destrucción de los bombardeos americanos. Haciendo gala de unos valores que van más allá de lo meramente cinematográfico, el director volvió a su país para rodar su película en tiempo y escenarios de guerra reales, Al Daradji nos entrega una obra situada a medio camino entre la ficción simbólica de la vida de sus protagonistas y lo documental tanto del realismo de la atmósfera como de lo precario de la filmación. Con una objetividad y veracidad abrumadoras, que ya querrían para sí la mayoría de los periodistas de nuestro país, Daradji dirige una crónica sobre el sentimiento de un pueblo cuyas esperanzas están supeditadas a decisiones ajenas a todo reflejo de su sociedad y que ven como sus costumbres, posesiones y sueños son abrasados por el fuego en el camino hacia la locura más absoluta e indescifrable. La relación entre la realidad de la atmósfera caótica de un país masacrado por las bombas, la irrefutable impotencia del individuo frente a la masa y la veracidad absoluta de una crónica de nuestros días, del presente, hacen de este film o, mejor dicho, de este concepto de cine, una visión que nos acerca a los valores de un pueblo y, al mismo tiempo, de una manera extraordinaria, a la bajeza humana donde la guerra se convierte en el significante mentiroso con el que nos salvamos de comprobar que, en realidad, lo que estamos observando es el apocalipsis en su versión real y presente.

Con su segunda película, Son of Babylon(2009), estrenada en la salas españolas el pasado 7 de Octubre, Mohamed Al Daradji nos traslada a la Irak post Sadam Hussein- tres años después de la caída del dictador- donde Ahmed, un niño kurdo al que acompaña su abuela, recorre todo el país en busca de su padre desaparecido desde que la Guardía Republicana lo arrestara al finalizar la guerra del golfo. Mientras Ahlaam(2005) nos presentaba la crueldad de la guerra, Son of Babylon(2009) hace lo propio con sus crueles consecuencias. De este modo la anciana y el niño, símbolos del pasado y futuro de Irak, recorren un presente desolado donde cualquier hecho parece llevar implícito un sentido de reconstrucción y supervivencia. Con una factura mucho más trabajada, el film se muestra más asequible que su predecesor lo que no hace más que difuminar, tal como lo pueden sentir sus verdaderos protagonistas, una barbarie que a medida que avanza el metraje se hace tan o más impactante que en su anterior film. Uno se acerca a la realidad del mismo modo con el que un loco se enfrenta a los fantasmas que no quiere o no puede asumir, situando la conciencia y el corazón del film entre la inocencia de un niño y la raiz de una frustración histórica que cohibe cada gesto de una anciana. Manteniendo como cualidades la veracidad y la objetividad, retrata toda una cultura a través de cada hecho, mirada, canción... dando fe de una barbarie que lo consume todo y cuyos últimos vestigios de esperanza están depositados en los ojos de un niño cuya imagen tiene la misma carga simbólica que un diminuto brote verde en medio del enorme y arenoso desierto.

Mohamed Al Daradji demuestra con su corta filmografía una capacidad cinematográfica formidable, donde se puede leer influencias tales como Germania, anno zero (1948) o Idi i Smotri (1985), que reclama una obligada visita que nos sirva para creernos esa mentira de que podemos limpiar nuestra conciencia aunque, en realidad, dicho acto sólo destruya todo lo utópico que hasta ese momento, tiene, para cada uno de nosotros, el significado de la palabra apocalipsis.


Ahlaam(2005)


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